Aire nuevo y despreocupado

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Puedo. Puedo decir puedo.
Puedo permitirme el lujo de decir que si o decir que no.
Puedo decidir por mi misma.
Puedo ir aquí o allí.
Puedo sentirme así.

Como cuando sabes que no le debes cuentas a nadie. Que esto o lo otro basta, para sentir esa chispa flameante envolver todo tu cuerpo. La energía, y el saber notar cada milímetro de libertad recorriendo como un vaivén de olas cada surco de la piel. Se eriza, y el cosquilleo de adrenalina se adentra por el silencio desconocido de esas cosas que uno piensa pero no quiere pronunciar. Misterio. Ese excitante sin sonido que dice mucho sin ser oído.


Menorca enamora.
Vamos. Qué puedo decir. Las expectativas esta vez no me han fallado, al contrario. Bajas la guardia un segundo y a la que te descuidas; bang! Ahí lo tienes. Todo lo que habías deseado con tanto anhelo tocado con la punta de los dedos. Sentirme bien. Al fin lo puedo decir; Be, i, e, ene!
Con este kit kat demasiado necesario, he aprendido muchas cosas, esas cosas que puede que tan solo sean pasajeras, o puede que sea el cambio. Virar a otro nivel.
Tengo claro que con la indecisión no se llega a ninguna parte, más bien al contrario, demasiadas cosas se quedan ancladas en el camino, la indecisión ajena no me perturbará ni me trabará el rumbo que decido seguir. Porque simplemente no me importa. Y no, esta vez no hablo del monotema eventual. Hablo de las tonterías rutinarias a las que nos privamos continuamente por el miedo a perderse, a no saber llegar, a no poder. No poder, no se puede si no se intenta, está claro. Y si en vez de dedicarnos a sacar a la luz todo eso de lo que somos incapaces, empecemos a demostrarle al mundo de lo que si somos capaces. O mejor aún, demuéstrate a ti mismo de lo que eres capaz.


Yo estoy dispuesta a.


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