Emoción en tres, dos, uno

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Hay cosas que necesito compartir. Tal y como las pienso, tal y como las siento nacer y morir, revivir y sentir.
Puedes decir que algo te gusta, que sabes que realmente es así.
Me gusta, superficialmente, me gusta, pero no me conmueve. Y entonces llega el momento justo, en el preciso instante en el que aparece, cuando la perceptibilidad aviva a flor de piel, y empapa de deliciosas sinfonías tus oídos haciendo temblar todos los cimientos que forman cada parte de tu ser.

Y me siento desprender, dejar el cuerpo caer y fundirme en el leve sonido de las notas musicales que impregnan cuatro paredes azul turquesa, revotan y estallan en emociones descontroladas que se pasean como gotas de agua cristalina hasta formar un pequeño charco de mojada sal en la almohada.

Quiero permanecer así, en los días grises, en esos en los que el cielo quiera gritar, de un momento a otro, tormenta de agua fresca en ambiente de calor bochornoso. Quiero romper el resquebrajo de la normalidad, sumergiéndome en sintonías de pura belleza y felicidad.

Comparto un pedacito de ese, mi mundo desconocido y extraño, a ojos y oídos ajenos.


 


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