Gritos a Odio

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Odio que cuando al fin parece que todo empieza a ir bien, empiezo a poder sentirme a gusto con lo que hago. De repente me encuentro en medio de circunstancias que por más que trato de entender, no comprendo. Que detesto reconocer que me duele, que duele más de lo que podía pensar. Me siento impotente, sin que a penas una explicación coherente llegue a mis oídos para de algún modo enfrentarme a lo que de verdad es real, y no a lo que mi mente maquina para sentirme un poco mejor conmigo misma. Ese sentimiento de que no pintas nada, que de estar ahí de golpe ya no eres nada, y ni si quiera existe un porque que se atreva a ser dicho, aunque en el fondo de mi cabeza realmente exista eso que no quiero ver, pero que es así, una vez tras otra. 

Y es sólo en estos momentos cuando me arrepiento de haber sido la chica buena, la de la buena intención, la que piensa que la gente no es tan egoísta, la que cree en la inocencia, y en que personas así jamás querrían dañarla. Pero después a la mínima, al estar tanto tiempo alejado de eso, entonces es como que se echa de menos y las dudas vuelven a crecer, y zas, por arte de magia, dejo de existir.
Detesto haver sido compasiva, cuando jamás lo han sido conmigo cuando lo he necesitado de verdad. detesto haber estado ahí, en esas horas de sueño privilegiado, porque simplemente quería compartir esos minutos que me eran otorgados. Y en el fondo detesto y estoy molesta porque sé que lo volvería a hacer. 

Quiero que la gente sea sincera conmigo, aunque lo que me vayan a decir no me guste, quiero saber toda la verdad, y no quedarme así con una conversación pendiente, que tu silencio y tu ignorancia duele más de lo que te puedes imaginar.



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