Ánimo

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Te levantas con la sensación de que quizás, tal vez, si de algun modo consigues cambiar tu actitud hoy pueda ser uno de esos días de comerse el mundo. Consigues arrastrar el cuerpo algo debilitado hasta la ducha, dejas que el agua caiga sin cesar, y permaneces unos intantes debajo de ese torrente continuo esperando que se vaya tambien por el desagüe toda esa carga pesada que sostienes tras la espalda. 
A duras penas consigues disimular esas ojeras y la palidez que transmite tu piel. Aunque la sensación de mareo persiste, te armas de valor y finges que todo está bien, que no hay ninguna preocupación que entorpezca tu camino hacia esa cumbre tan deseada. Te escondes tras las canciones que no se encuentran nada acorde con tus pensamientos, pero que de alguna forma impiden que vuelvan a tu cabeza y dejen de torturate por unos instantes. 

Tratas de hacer que todo está bien, que no pasa nada, que todo sigue una normalidad corriente, pero es dificil cuando la sonrisa ya no asoma. Cuando no dejas que nadie roce tu piel, porque te sientes demasiado vulnerable, y por ello a la defensiva tratas de esquivar cada acercamiento, como ese gato arisco que no deja ser acariciado. Y entonces vienen las preguntas complicadas esas que hacen que un sentimiento de tristeza se te asome por el estomago y suba hacia la boca. Te reprimes esas ganas feroces de llorar, de perder el control y dejar de ser una piedra. Tragas tus impulsos de sollozo entrecortado y rehuyes de cualquier cosa que te haga caer. 

No quiero caer.

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