Esta semana ha habido de todo, de lo bueno de lo malo. Muchas ideas, demasiado en que pensar y otras cosas que pulir. Pero también ha habido tiempo para los pequeños placeres de la vida. Para saber por donde empieza el día pero no por donde termina. Y es que me encantan los planes improvisados. Aunque en realidad no sean nada del otro mundo, cualquier cosa que se salga de la monotonía por pequeña que sea es bienvenida. Es una forma de darse una pequeña tregua con todas esas cosas que por mucho que hagamos o no, seguirán estando ahí. Así que aparquemos todo eso a un lado y vivamos.
Que las nuevas historias no se hacen solas.
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