Hay días en los que amaneces completamente apático, o más bien desanimado. Las mañanas que casualmente suelen ser amenas y divertidas, se convierte en horas eternas que no pasan jamás. A veces tus ojos te sorprenden con una nebulosa visión húmeda que no puedes evitar, y un sentimiento más bien triste, por un motivo que bien conoces o que por el contrario desconoces por completo.
Una voz ajena me ha despertado de la sombra diciendo; a ti estas cosas antes no te pasaban. Tiene toda la razón, a mi estas cosas no me pasaban. Porque tenía problemas de verdad por los que preocuparme. Porque estaba tan empeñada en buscar mi propia felicidad, que no hallaba momento para invertirlos en rompecabezas casi imposibles de resolver. No se pueden forzar las cosas, lo que tiene que ser será, y si no lo es, es que no era para mi.

Caí al pie de la montaña. ¿y qué?
Me he demostrado tantísimas veces de lo que soy capaz. Que aquí se me presenta una nueva oportunidad. De signo Capricornio, así que en el fondo de mi la dirección que sigo siempre es hacia arriba, hacia lo más alto. Y aunque, baje me lo tomo como un reto, y vuelvo a subir. Soy de esa naturaleza. Y creo que ya es hora de seguir mi camino hasta alcanzar mis expectativas. Hora de tumbar los miedos, y plantar cara, de mirar por encima de los hombros y sentir esa reina que hay dentro de mi.
Y ahora, más que nunca, me siento completamente capaz.
Señoras, señores, nos vemos en la cumbre!
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