Ya lo tienes.

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Infinidades de cosas en las que creer, o ser un total escéptico. Tener un entretenimiento sin más, o una nueva forma de pensar. Igual que quien dijo que existía un lenguaje que va más allá de las palabras, haberlos haylos, que uno los quiera ver o no, ya es otra cosa.
Juguemos con la llama de una vela. Una vela, a mi me tranquiliza cuando estoy con los nervios a flor de piel, encender una vela, y contemplar el movimiento de la llama, a veces casi imperceptible, otras inquieto. Nunca habrá una llama igual que la otra. A veces juego a un juego, alguien me enseñó a hacerle preguntas a las velas y a saber la respuesta según el movimiento de la llama. Que cuando una vela, lagrimea no augura nada bueno, al igual que cuando el movimiento del fuego es inquieto, parpadeante y de la punta sale un humo negro. En cambio cuando es firme, grande y fuerte es algo bueno, lógico ¿verdad? 

Que si quieres pedirle algo a una vela, hay que seguir una serie de pasos. Que funcionar funciona. Pero no porque las velas tengan un poder especial, ni mucho menos. Porque todo es psicología pura y dura, y que si tu decides creer firmemente en una cosa, esa cosa tarde o temprano llega. 
Las cosas son simples, atraemos lo que pensamos. Si nos rodeamos de miedos, y pensamientos negativos, no obtendremos otra cosa. Que si pensamos en la capacidad de permitirnos pedir y de aceptar que eso llegue, llegará. No puedes esperar algo si delante pones un no, si en vez de pensar en lo que queremos, pensamos en el anhelo de lo que no tenemos. Las cosas como si ya estuvieran aquí. Son tuyas, ya las tienes. Ahora date el lujazo de dejarlas entrar.


¿Qué porqué lo sé? 

Lo sé, y punto. 



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