Me enseñaron, me ensañaron a contar hasta diez,
he aprendido a respirar sin tener que trabarme después.
A silenciar mis gritos y desviar mis impulsos.
He aprendido a saborear lo bueno y a desglosar lo malo.
Me enseñaron a seguir un camino, tirando de la paciencia,
y del quererse, mirarse y sentirse pleno.
Y ahora, posiblemente me halle
en uno de los puntos más álgidos jamás experimentados.
Donde estoy, siento y vivo, en la simpleza de las cosas buenas.
Y desde ese mismo punto, donde me hallo, voy a seguir...
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