Un zumbido en la cabeza que va de aquí para allá, una presión insistente que retumba en los oídos. Esos días en los que te levantas, te miras al espejo y piensas, me vuelvo a la cama. Y anhelar aquellos tiempos en los que no te costaba nada, pasar más de doce horas durmiendo del tirón.
Me cuesta recordar a que saben aquellos momentos, cuando ahora las noches son un intermitente de abrir y cerrar de ojos, vueltas y más vueltas. Cansancio acumulado, demasiado.
Y el conjunto de todo el torbellino te conduce a momentos de ansiedad y agobio prematuro.
Lo único que me pide el cuerpo es tranquilidad. Una buena dosis de pausado silencio y de sentirse bien.
Por donde empiezo...
Señorita, después de mi semana de exámenes, estoy libre. Por qué no buscamos juntas cosas que te hagan sentir bien?
ResponderEliminarSólo, pídemelo. Ya lo sabes. Aunque sea domingo. Aunque esté nublado.