Perdida su mirada en el horizonte el leve suspiro es el único sonido que interrumpe el trance de esa dicha perdición.
— ¿En qué piensas? —
Pienso. Pienso en el silencio que entristece su mirada turbia. Donde habrá quedado todo aquello que le hacía estar por encima de este mundo monótono y de color tenue.
Me pregunto que habrá sido de esas cosas que le hacían feliz, independiente y ausente, pero cercano y dispuesto. Agradecido por los detalles insignificantes que surgían de entre tímidos rincones y se hacían fuertes.
Que habrá sido del brillo en su mirada, del misterio que abarcaba su personalidad curiosa, y a la vez atractiva.
Me limito a observar un tambaleo de muerto viviente que sigue anclado en nombres del pasado que vacíos buscan sentirse un poco más vivos.
Me lamento y me entristezco cuando la música ya no envuelve sus oídos. Que sus ojos ciegos quieran seguir mirando hacia atrás, y el cobarde tintineo de la duda siga siendo esa piedra con la que tropezar.
Y mi mirada lo busca, busca el misterio, ese nosequé que me hacia perder la cabeza. Y en su lugar quedan un cuerpo inerte, sin vida, que se pasea buscando algo, algo que no quiere encontrar.
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