Debo ser capaz de sonreír aunque no quiera,
aunque todo me dé vueltas y aunque me apague por dentro.
Debo estar... siempre serena.
Debo ser capaz de ir para alante,
que me muera de miedo y tenga miedo,
tenga miedo, tengo miedo, tengo miedo.
Debo ser tan guapa, irresistible...
y a la vez ser tan humilde,
tan abstracta, tan profunda... que resulte interesante.
Y debo confiscar mis intenciones...
saber que tras la puerta siempre habrá otra puerta,
siempre otra puerta, siempre otra puerta, otra puerta,
otra puerta, otra puerta, otra puerta...
Si no hay nadie...
yo quiero encontrar tu mano en mi equipaje.
Si estoy sola...
prefiero encontrar tu mano en mi cintura,
tu sonrisa entre mis cosas.
Debo hacer lo que no debo,
debo no roncar los sueños,
debo llegar a rascar el cielo con las yemas de mis dedos.
Debo hacer inventario de mis “puedos”.
Todo lo que ves es cuanto tengo, siento,
quiero y puedo y debo y tengo.
Debo controlar y estar callada,
escuchar atentamente a quien no escucha
ni siquiera... cuando habla.
Y debo aprender a quedarme,
después de tanto esfuerzo... no salir corriendo,
no salir corriendo, no salir corriendo,
no salir corriendo, no salir corriendo...
Si no hay nadie...
yo quiero encontrar tu mano en mi equipaje.
Si estoy sola...
yo, quiero encontrar tu mano entre mis cosas...
Si no... si no hay... nadie.
Si no hay... nadie.
Si no hay... si no hay... nadie.
Si no hay... nadie.
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