
Era la época en que se puso de moda hacer cabañas.
Todo un
verano entero dedicado a buscar el lugar idóneo, hasta que al fin un día, no
sabe bien como ni por que razón, alguien le habló de un árbol.
Un árbol también
conocido como "el caramelo": y es que sé ve que antiguamente los
adultos escondían caramelos en el "corazón" de aquel árbol y los niños iban allí
cada tarde en busca de algo dulce.
Ese fue su lugar. Donde podía soñar, sin
miedo a las risas de los demás. Donde trepaba una rama tras otra, subiendo y
saltando, para demostrarse a sí misma que no existe ningún miedo capaz de
impedirle cualquier reto. «Había que intentarlo, había que hacerlo, había subido
y ahora debía saltar».
Todos los niños de aquel pueblo compartieron muchas
historias aquel año, muchas anécdotas que recodar, muchos momentos que no se
olvidarán.
Pasan los días, los meses, los años, las cuatro estaciones y ahí sigue
ese árbol. Quizás ya no cuente las mismas historias de entonces, quizás muchos
ni lo recuerden. La verdad no importaba.
Ella seguía soñando con aquel árbol.
Quizás con el paso del tiempo se acaba idealizando ya sea, una cosa o un lugar,
incluso a la personas.
La memoria traiciona los recuerdos.
Su árbol ya no daba
caramelos, daba piruletas, enormes piruletas rojas; redondas y de corazones. Con
ese sabor intenso a fresa ácida. Su mundo, su imaginación, era todo aquello que
anhelaba tener y tan solo podía soñar.
Pero alguien sabio le dijo un día que si cerraba los ojos y pedía un
deseo con muchas, muchas ganas. El deseo se cumplía. Y entonces recordó que
aquel árbol en realidad; si existió.
Ainara.
" Su sueño, la imagen que se ha creado con los ojos cerrados, se
pierde, se apaga.
Es el regreso a la realidad, la presencia del otro, la preocupación, la
responsabilidad.
Ha sido solo un instante de pausa, desvanecido como unos copos
de nieve primaveral.
No hay lugar para los sueños; nunca lo ha habido, nunca lo habrá ".
Yo Mato de Giorgio Faletti
Precioso post, me ha Llenado de inspiración y tranquilidad ❤️
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