Anatopatoterápia

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Ni risoterápia, ni acupuntura, ni flores de Bach ni tonterías varias! Para levantar el ánimo hay que ir a Anatomía. Porque al cruzar esa puerta, todos te reciben con los brazos abiertos, incluso piden turno para hablar contigo! Y yo que voy a decir, si soy la mimada del servicio. Si cuando Montse me ve, me abraza más de lo que nadie me ha abrazado en la vida! Es como mi segunda madre, me escucha, me dice cosas bonitas... y cada vez que me ve, sabe sacarme una sonrisa, incluso los días mas grises. Luego está Dani, que puedo decir de él, una de las personas que más aprecio, el que me hace reír de verdad y el que también más me ha hecho llorar.
Eva, ella es como la hermana que no tengo, la que me da consejos y sus opiniones, sean buenas o malas, por eso me gusta, porque es sincera y clara. 
Marta, es de esas personas de buen corazón, la que cuando estoy mal, sabe darme esos ánimos que tanto necesito.
Juan, a pesar de ser como es, no es mal hombre, siempre ha sido el que ha salido en mi defensa cuando me he sentido "amenazada". En el fondo, tiene corazón, aunque pocas veces lo demuestre.
Luego está la complicidad que tengo con Cristina, que a pesar de su fuerte carácter, siempre encontramos la manera de entendernos. Y de sobrellevar ese buen rollo que tenemos. 
Ver a Bienve, ilusionado con sus cosas, me encanta, y prestarle atención mientras me dice; "Tu... tú vas a cantar en mi fiesta de cumpleaños, para mi despedida." y acto seguido enseñarme el repertorio de tres mil canciones, que tiene en su karaoke portátil, esos momentos no tienen precio! Es como un niño con su juguete nuevo!
Victoria, la jefa, esa mujer que habla tan bajito que casi nadie la entiende, y se ríe al final de cada frase. Esa mujer que cuando se enfada todos tiemblan. Que esa mujer te vea y se le iluminen los ojos, y se le dibuje una sonrisa en la cara, eso, es... demasiado. Es una sensación de plenitud, absoluta.
Y por último, está Albert, ese hombre que siempre se enfada conmigo por chorradas, y no dura ni cinco minutos sin hablarme, ese hombre que siempre se está quejando por todo, y que siempre tiene "mucha faena". Es mi protector, porque siempre que he tenido problemas, ha estado ahí, y nunca ha hecho falta decirle nada. Para mi es como el padre que nunca tuve. Aunque seguramente odiaría escuchar eso.

Van a hacer cinco años desde que pisé el servicio de Anatomía Patológica. Y siempre recordaré lo que me dije el primer día de clase del ciclo. Yo, yo voy a acabar en el Hospital Sant Joan de Déu.

Aquí estoy. En la cima.

Ainara.


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