Reflexión

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Las palabras que no digo retumban en mi cabeza. Las palabras que digo lo hacen en mis oídos. Es un sonido quebradizo que se ha vuelto molesto, un ruido agudo que poco dice y que tanto detesto.

Yo valgo bastante más que unas dudas y todo confusión. Yo valgo más que el silencio interrumpido por mi propia voz. El problema es cuando se me olvida y me dejo llevar por la corriente que marcan los demás. Que si, que a veces seguir los pasos del de delante está bien, pero todo tiene un límite, y mi límite sobrepasa cuando dejo de actuar como yo lo haría, para ir al son del que tengo al lado.
Yo soy como soy, no lo puedo ni ocultar, ni cambiar, y mucho menos hacerlo desaparecer. Me dejo llevar por las emociones, y me gusta. Vale, lo reconozco, a veces soy demasiado ingenua, y la gente se aprovecha, he sufrido mucho, pero no voy a dejar de perderme cosas por culpa de unos cuantos palos, y los que vengan, que seguro que lo harán. Nadie me puede tumbar. El mundo no se acaba aquí. El mundo siempre está en un continuo comienzo.


No he venido aquí a manipular a nadie, y aun menos a obligar, yo sigo un camino de ilusión, que a veces se topa con algo que parece esperanzador, y luego resulta ser otro espejismo del montón. Un obstáculo en medio de la senda que marcan mis pies. Algo demasiado bonito para que mis ojos lo puedan contemplar, que se pierde en medio de algún mar. 


Creo que las cosas salen solas por uno mismo, y si no lo hacen es porque no hay nada que nos despierte un interés. El tiempo de pensar que la rareza es normal, ha pasado, hay que volver a la realidad, aunque no sea lo que queremos escuchar. Es imposible apartarse de algo que te gusta, y si cabe una posibilidad... está claro ¿no?

No tengo porque aguantarme las ganas de hablar con alguien, no debo hacerlo, es inhumano. No tengo por que creerme unas palabras que están vacías de sentido y se contradicen todo el tiempo. Ya soy yo bastante complicada. Hago el esfuerzo de contener las ganas de evadirme y de dar rienda suelta a la imaginación real. Acomodarse no es una opción valida si la meta es no estancarse. Hay que seguir hacia adelante, dejarse llevar, por todo lo que nos haga vibrar. Y nos haga sentir diferentes, en medio de esta farsa incoherente, llamada mundo.

Todo lo demás carece de significado, si no hay detalles semiocultos que me cuenten todo eso que ni mis ojos pueden ver, ni mis oídos escuchar, ni mis manos tocar.


Ainara.


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