Mientras intento pensar en otras cosas, en dar pasos hacia adelante sin parar ni un solo instante a pensar, a desvanecerme en cosas de aquí y allá, algo se apodera. Cuando tengo un sólo segundo para detenerme a descansar me atormentan esos miedos que se plantan para hacer eco dentro de mi cabeza.
Terror infinito, desde que nació Aurélie tengo la sensación de que el mundo se hace como un monstruo enorme y yo me hago cada vez mas pequeñita. Lucho por mantenerme en pie, sin flaquear en absoluto. Y cuando a penas consigo mantener mi propio equilibrio todo se descontrola, entonces aparecen esos pensamientos punzantes que tanto temo.
La muerte, como concepto, como algo que está ahí, la mía, la tuya, la suya, la de cualquiera. Algo que se ha vuelto tabú en mi propia realidad, y cuando tengo pequeños sorbos de tranquilidad vienen para atemorizarme y deborarme. Primero poco a poco, y luego de forma atroz.
La situación es tan delirante que me dan miedo las cosas más simples; salir ahí fuera, coger el coche, vivir.
En mi cabeza; mientras intento levantar un muro inmenso de cemento, siempre hay algo que se filtra y consigue desquebrajarlo una vez más. Y entonces me pregunto; ¿me estaré volviendo loca?, ¿es algo que se suma a mi nueva responsabilidad?, ¿con el segundo se multiplica el miedo?...
Aún recuerdo cuando escribí esta entrada "antes de dormir", donde hablaba de esos pensamiento que me acechaban justo antes de conciliar el sueño, y ahora, lo hacen a todas horas.
Me he vuelto demasiado sensible, cuando antes lo era pero a otro nivel. Ahora me siento vulnerable por completo. Me río de mi, de mi yo pasado que lloraba por las esquinas los desamores, descencuentros y falta de comprensión.
Ahora, ahora sólo quiero estar aquí, quiero vivir todo esto, quiero vivir cada momento y cuanto más quiero vivir, más miedo le tengo a la muerte.
Me da vértigo pensar en ese momento en el que vuelva al trabajo, enfrentarme con la muerte de frente. Hasta ahora estar en Anatomía Patológica siempre me había servido para esconderme del mundo, para hacerme fuerte escondida tras una coraza de impasibilidad.
Cuerpos sin vida.
Jamás me había planteado lo que había detrás, detrás de esos niños que yacen sobre una mesa fría y de metal. Ahora, ahora sólo pensarlo, tiemblo y me echo a llorar. Aún quedan unos meses para volver a esa rutina, unos meses para hacerme fuerte, o al menos saberlo sobrellevar.
Dicen que la materindad te cambia la vida, y yo solo puedo reafirmarlo.
Ya te digo si cambia...
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