Dicen que a medida que te haces mayor le pierdes el miedo a la muerte, o que consigues habituarte a la idea de que esto se acaba.
Recuerdo la primera vez que fui totalmente consciente de ello, la posibilidad de en cualquier momento desaparecer de la faz de la tierra para no volver jamás. Ahora estás, ahora no.
Es un choque tremendo de ideas, de pensar que eres azúcar y que a ti estás cosas jamás te podrían pasar a ser consciente de que a quien le toca le toca.
Es un choque tremendo de ideas, de pensar que eres azúcar y que a ti estás cosas jamás te podrían pasar a ser consciente de que a quien le toca le toca.
Ahora mismo me encuentro en el punto más álgido de ese temor, y sin motivo, pues aún no tengo hijos y el miedo a perderme todo ese crecimiento. No es el miedo de mi propia muerte el que me preocupa, es el hecho de no estar preparado a los sucesos espontáneos. A no superar perdidas próximas repentinas.
Mi cabeza vuela, de un lugar a otro. Se pausa en la noche debatiendo luchas sin causa ni razón. Sensaciones que no son reales pero como si al pensarlas las convirtiera en algo existente.
Sucumbo, las lágrimas asoman de mis ojos, el cansancio me gana y caigo en el poder del sueño. Pensando en cosas vanas, voy dejando atrás el surco irremediable de nuestro último destino.
Cerrar los ojos, coger impulso y respirar hasta que duela.
Está bien tenerle miedo a la muerte, no solo es un motivo de juventud como bien dices, si no una demostración de que a uno le importa la vida, de que se quiere aferrar a ella, y pocas cosas más bonitas que eso existen. Da miedo perder a los seres queridos, y no creo que estés sola en esa sensación de no sentirse preparado para ello, pero es que estando preparado o no, no podemos hacer nada para impedir que ocurran ciertas cosas. Forma parte del juego y siempre nos recuerda una importante lección: no todo está bajo nuestro control y no podemos hacer nada para cambiarlo. Si lo piensas no deja de tener un punto bonito, al final todo esto nos coloca justo en el lugar que nos corresponde, y nos recuerda que no todo es nuestra responsabilidad y no todo depende de nosotros. Somos solo una gota más arrastrada entre tantas otras por el río de los tiempos, y no podemos hacer nada para remediarlo, tal vez solo intentar disfrutar del viaje.
ResponderEliminarEstá bien tenerle miedo a la muerte, pero no obsesionarse con ello. Así que pasadas estas reflexiones espero que vuelvas a tus asuntos habituales, como recordar que en menos de 24h estaremos lejos de aquí, mar adentro, entre playas cristalinas.