Retrasar lo inevitable

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Estas cosas saben mal. Cuando en tu mente te inventas miles de situaciones quizás demasiado inalcanzables. Esas ideas que revolotean por la cabeza y en seguida, piensas en lo absurdo que parece que pueda llegar a ser verdad. Pero ese día llega, y entonces piensas que en realidad estabas durmiendo y en cualquier momento despertarás. Y un buen día sin venir a cuento, llega ese día que tanto temías, en el que despiertas y todo eso se esfuma aparentemente sin a penas dejar rastro.

Sabe mal cuando pasa esto. Y estoy cansada de escuchar y leer que no debería ser tan emocional, de tener que medir las palabras para no asustar, cansada de tener que dejar espacio para tratar de molestar lo menos posible, y en el fondo querer seguir ahí de la forma que sea. Estoy cansada de ser vulnerable a estas cosas, y a tener que fingir que me dan igual, cuando se ve a años luz que no es así.

Pero que más da, las cosas que me importan vienen como vienen. Soy así, me dejo llevar por lo que me preocupa, me invaden miles de sensaciones y a veces no son del todo buenas. Me gustaría pensar que nada ha cambiado y sin embargo lo ha hecho. Que el espacio y la prudencia no sirven de nada, porque cuando uno quiere algo hace todo lo posible.

Me quise poner fecha, algo muy tonto, para autoconvencerme de lo que estaba ya muy claro. Ponerse fecha es retrasar lo inevitable. Así que mejor hacer frente ahora, aunque duela, que engañarse y seguir fingiendo que todo da igual, aunque en realidad sepa mal.

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