Silencio.
Enmudezco y los sentidos se pierden.
Atrás, y se esparcen por el suelo de esta habitación.
Añicos; los pedazos de recuerdo destilados por sentidos opuestos,
que a quemarropa deciden posarse sobre mi piel.
Las turbulentas sentencias de un demasiado tarde, demasiado lejos.
Demasiado pronto.
Y se pierde tras la lejanía de pensamientos turbios.
Miradas vacías y sonidos quebradizos de risa nerviosa, dedos trémulos.
Sentimientos a flor de piel.
Aquí, en el momento de salir y echar a volar.
En el segundo de después, entre ojos que no quieren ver.
Oídos que se niegan a escuchar, y voces que deciden no volver a hablar.
Un hasta pronto, hasta siempre, hasta luego.
Hasta mañana, hasta un buen desperar,
un de nuevo; buenas noches.
Un silencio.
Una verdad cegada.
Una verdad privada.
Una verdad real.
De lo que es y lo que será.
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