Vuelta a la infancia

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La vacaciones están resultando más interesantes de lo que se esperaba. Incluso no se puede decir que sean de esas de descansar, más bien lo contrario. Un no parar.
Estos días pasados he vuelto a los orígenes, a donde llegué a este mundo, y aunque no pasé gran temporada allí aún me sorprendo de la cantidad de cosas que soy capaz de recordar. Que ese lugar consiga ponerme los pelos de punta, que cree un sentimiento de cariño interno y algo especial. Un breve recorrido al pasado, a un pasado de viejas amistades que nunca mueren, de anécdotas muy graciosas, de ver caras sonrientes que sin decir palabra sabes que llevan grabado un te quiero detrás.
Estos días he visto a una madre irreconocible, a alguien que echaba de menos esos tiempos en los que la diversión llenaba los días, en los que la compañía era certera. En cosas simples, tan simples que te evaden de la realidad. Me alegro de haber sido participe de ello, de haber contemplado conversaciones de amistades que aún con el paso de los años perduran.


Me gusta Andorra, me gusta, por lo que significa para mi, por el olor tan familiar, por esos flashes de imágenes que en ocasiones inundan la mente, por esas personas que ya no están pero siguen ahí siendo recordadas en mi cabeza.

Muchos años después pasear por las calles, y ver tu antigua casa, la casa de tus abuelos, de amigos, de conocidos, por ver en todos los sitios donde habían trabajado, incluso tomarte algo en aquella terraza donde se decidió empezar una nueva vida en Olesa de Montserrat. Que sin eso ahora no conocería a esas personas que con sus pequeños detalles me han ido cambiado la vida. Que seguramente todo hubiera sido demasiado distinto.


Yo era un renacuajo entonces, esa muñequita rubia como todos ellos me recuerdan. Ha llovido mucho, y aun así allí sigo sintiéndome aquella muñequita tan querida. Me alegro de haber compartido charlas interesantes de cámaras fotográficas después de descubrir unas reliquias de 80 años de antigüedad que me han dejado alucinada. De haber tenido una asesora exprés justo como tanto tiempo atrás había soñado tener. Y agradezco esas horas de risa continua tras contar todas esas cosas vividas antes de nacer.

Después de todo esto, una cosa es segura, no volverán a pasar tantos años para la próxima subida.
Y es que después de todo; Andorra sigue siendo mi Andorra.
Ese lugar donde las casas están en el cielo...






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