Los sentidos, los secretos, los momentos efímeros.
Da vueltas tras de si, tras de todo lo que se aparta y se congela en un presente suspendido. La mente se inquieta, las palabras forman nuevas letras, nuevas metas. Códigos que elevan su significado por encima de la coherencia habitual. Dicen que ya poco tiene sentido, que todo eso se ha perdido.
Eco de una voz trémula que asoma por encima del subconsciente. Transporta a otro lugar donde yace todo aquello que no está permitido. Lo que nosotros mismos nos hemos prohibido.
Esa mano que se desliza por la fría sabana buscando una nueva sensación, ese halo que le devuelva la chispa de oxigeno que tanto necesita. Esas miradas que se buscan inquietas una vez tras otra, y no se atreven a preguntar, tan solo se dedican a observar, a memorizar cada segundo transcurrido y saborearlo tanto como sea permitido.
Esas ganas inmensas que tengo de escribir todas y cada una de las historias que pasan por mi mente, y juegan a ser reales. Van tentando, van saliendo, van queriendo formar parte de este mundo loco, tonto y complicado.
Quizás ha llegado ese momento, de soltar todo eso a volar. Cada acto, cada palabra, cada espasmo.
Quizás ha llegado el momento de pasar del silencio a la acción.
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