La opción C de cobarde.

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No sé como empezar a sincerarme de alguna manera, si es que es posible hacerlo. Quizás por qué estoy segura de que es el último lugar donde vayas a topar. Y que de alguna forma estoy liberándome de todo eso que a veces me atormenta y me hace huir. Supongo que el tema central es ese... huir cuando soy incapaz de afrontar algo. 

Empezaré por el principio... era todo más fácil cuando yo sólo era aquella adolescente soñadora que escribía en su carpeta miles de A al cuadrado, esperando que algún día tu te fijaras y ataras cabos. Cuando tú eras ese chico tímido que no decía más de tres palabras seguidas. Cuando yo buscaba cualquier oportunidad para formar parte de tu mundo. Y así fue, como con el paso de los años hemos conseguido una amistad tan especial que pocos entenderían, y muchos siguen sin entender.

Han pasado muchos años, y muchas cosas. Y siempre por A y por B vuelvo a lugares que ya conozco. Si, es cierto, todas esas veces he desaparecido sin decir nada, sin dar ninguna explicación. Porque como ahora mismo, tengo miedo, miedo de no ser suficiente, de fracasar, de no estar a la altura. Miedo a mis propias expectativas que siempre coloco en la cima. Miedo a actuar sin cabeza, a cometer una locura, a no estar segura. Miedo a perder esa amistad que tanto nos ha costado conseguir. Porque después de sobrepasar esa línea sólo nos quedarían dos resultados; la victoria absoluta o una derrota devastadora. 

Y todas esas veces que he puesto las cartas sobre la mesa, me da demasiado pánico perder todo lo que ya tenemos por un arrebato de los míos. Y ahora con el paso del tiempo, me he dado cuenta que sin quererlo, lo estamos perdiendo, no todo, pero casi. 
Somos dos personas completamente distintas a lo que eramos antes, pero eso no quiere decir que mis sentimientos hayan cambiado. Siempre he querido lo mejor para ti, siempre he querido verte feliz, aunque fuera a miles de kilómetros de distancia, me daba igual si sabía que tu estabas bien. Me ha dolido verte de la mano de otra, no por el hecho de que esa mano no fuera la mía, sino por miedo a que te rompieran el corazón. Porque me importas, y porque no quiero que jamás nadie te haga daño. Y aunque me duela en el alma, ver que no soy esa persona con la que lo quieras compartir todo, estaré contenta si tu lo estás. 

He llegado otra vez a ese lugar, en el que busco cualquier excusa para tenerte cerca, para escucharte cuando hablas, y para fijarme en cada gesto que haces. Estoy ahí, en ese lugar en el que cuando me dedicas una mirada por pequeña que sea, remueves mi mundo interior. Y es precisamente por estar de nuevo en ese lugar, que creo que ha llegado el momento de irse otra vez, de echar a correr, pero es que nunca estamos en el mismo plano, y yo ya me he cansado de fingir que no me importa.

Si, vuelvo a ser una cobarde, lo sé.

Ainara.



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  1. En algún momento u otro, todos hemos acabado huyendo por miedo. A pesar de eso, te aseguro que la opción más apasionante, es no hacerlo.
    Estoy contigo.

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