Del odio al amor en 4 minutos y 31 segundos

No hay comentarios:
Nada, vacío, ausencia de sonido. Tan sólo unos pasos se atreven a romper ese silencio que lleva estancado durante tanto tiempo. Unos pasos sobre el fango que al pisar suelo firme se sienten como quebradizos de arena rozando el hormigón. La lluvia no cesa, es un descontrol turbulento de agua que cae sin tregua. No hay otra opción mejor. Siguen esos pasos que van tras algo que no tiene un valor específico. No se cansan de avanzar, aumentan la velocidad esperando alcanzar eso que esta ahí, seguro que lo está. Pero no logro ver ni que, ni hacia donde va. 

Cierro los ojos, y ahí está. Mirando sin mirar. Diciendo mucho sin dejar entre ver nada. Pausado, tranquilo y solo. Envuelto de ese halo de misterio que tanto me gustaría conocer. Apenas pronuncia palabra, a veces susurra, otras cree que dice, y sin decir, así lo hace. Hay algunos que incluso se atreven a afirmar que no corre sangre por sus venas. Que todo ese atractivo que reluce se pierde con su forma de parecer. Yo, sin embargo estoy segura que de no ser así, no tendría ese encanto que lo caracteriza, y lo convierte en único.
Quizás sea su forma desinteresada de formar parte del resto del mundo, de ser uno mas, de ser normal. O quizás se deba a no tener la necesidad de caer en gracia como todos los demás. Lo aceptas o no, no hay más. 

A veces la casualidad que existe en este mundo real, nos junta en un mismo plano temporal. Es ahí cuando mis ojos se clavan en él. Siguiendo cada uno de sus movimientos. Esperando que de alguna forma capten su atención. Pero su mirada está perdida. Mis labios tiemblan dubitativos, no quieren estropear un silencio tan encantador. Pero se rompe con el ruido de ese mundo exterior. Se pierde él, me pierdo yo.

Despierto, y ahí siguen esos pasos continuos, de la misma monotonía que sueña con otra nueva casualidad. Que me de una oportunidad para probar suerte la próxima vez, y así una vez tras otra. Una motivación para dejar que el despertador me rompa el estado de sueño, para que estas mañanas de pre-frío invernal me sirvan de aliento. 


Aquí estoy, en este coche, a la espera de algo conmovedor. Y ahí está, ese sonido que lo envuelve todo, y ha tenido valor de llegar a donde nadie se ha atrevido a entrar...



"Que empiece el viaje ya...
Infinita ingenuidad,
ilusión centesimal,
me creía tan capaz
con mi cápsula de Albal.
Mi torpeza fue total,
de tan grande es demencial,
no detecto una señal,
nunca encontraré el lugar
...donde al fin me entienda."


Ainara.


.

No hay comentarios:

Publicar un comentario