Recuperar el sentido

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Quedarse con lo bueno y lo malo, las veces que fallas, que sientes ese pequeño atisbo de soledad rodeando cada partícula de tu ser.

Las cosas buenas que nos pasan, la alegría, las sonrisas, esa vida guay que llevamos tras una lente continua, el afán de enseñar solo una parte y quedarse con la mitad.

Pero a veces también existe la parte mala de las cosas, la visión que todo el mundo quiere esconder, el silencio de lo que no gusta. La vergüenza, lo que no hace falta decir.

Como todos, también tuve uno de esos momento donde no todo está bien, donde parece que eres esa pieza del puzzle que no encaja en ningún sitio.
Donde buscas y no logras encontrar, ese no sequé, ese que se yo. Sin embargo falta, un hueco se instala y decide quedarse ahí, alimentándose de ti, de esas pocas ganas de seguir intentando, de buscar el fracaso, de tocar fondo.

Hace cuatro años escribí algo, algo que vivió mas de la oscuridad que de la luz.
Y que hoy me atrevo a compartir con el mundo.

Me falta el aire, me sobran ganas, me aburre todo y nada me calma.
No entiendo absolutamente nada de lo que ocurre a mí alrededor. No sé nunca de que vala gente que se me acerca. No me fío ni de mi sombra. Dudo a todas horas y pocas cosas son las que me impresionan. Detesto llegar a límites que son capaces de torturarme constantemente la cabeza.
No soporto encontrarme en un mundo del que ya no pertenezco. Vivo lejos, y ni siquiera sé lo que siento. Ahora es blanco, pero tranquilo, que en medio segundo será negro. No me mantengo y siempre me acecha el miedo.
Vivo en lo ajeno y planto mis sueños en un desconocido. No me detengo y siempre pienso, por si al parar muero. No soy silencio, ni ruido, ni aire, ni frío. Siempre a la sombra que el sol me quema. No me entrometo, y sin hacerlo me salpica. Busco diferencia, pero el tiempo me inquieta. Jamás acabo nada de lo que empiezo, me aburro a medio camino, y todo deja de tener sentido. Busco nuevas metas pero pierdo el interés cada dos por tres.
Tropiezo doscientas veces con la misma piedra y siempre vuelvo al mismo lugar, así caer de nuevo. (Esperando no volver a fallar). Me ausento y me distraigo con lo que los demás no son capaces de ver. Si me gritas muerdo, y si no, estaré a la defensiva. Procuro ir más allá, pero tú quédate quieto, que no te dejaré entrar. Tengo ojos que no se sorprenden al mirar, donde antes veían un mundo, ahora solo ven porquería. Ladrillo a ladrillo, levanté un muro, que dudo alguien, pueda derribar. No busco avenidas, pero si callejones estrechos con única salida.
La tristeza se apodera mucho más de lo que quisiera. La soledad no lo mejora, pero nunca se me dio bien pedir ayuda. Y es que me siento rara, que nada me llena y todo pende de un hilo casi invisible, que al tocarlo todo tiembla. Cuando busco comprensión, acabo buscando solución a problemas de los que no soy parte implicada.
Estoy cansada,de ahogarme en mi propia saliva, de silenciarme cuando en realidad quiero gritar. De que la ira me corroa y se haga con el control de mis actos. De que me cueste tanto respirar, que el dolor me oprima el pecho y no saber que lo produce. Que las heridas supuren cuando creí que ya estaban cerradas. Y sobre todo estoy cansada de tratar de salir, cuando en realidad se que tarde o temprano volveré a entrar.
Odio sentirme así, tan fuera de lugar.


Ha llovido mucho desde entonces, se han vencido todas y cada unas de las barreras impuestas por uno mismo. Somos dueños de nuestras desgracias, esas que escogemos creyéndonos los más sabios del planeta, y que en un instante nos golpean fuerte contra el suelo.
La fuerza, la persistencia de querer ir contracorriente de esa visión del mundo donde no quisiéramos estar. El querer ser un poco mejor cada día, el camino, no el destino.
Y mirar hacia atrás, embobada escuchando una voz ahogada de sorbos de realidad, y no reconocerse.

No reconocer a esa chica que habla y dice una verdad que fue pero que ya, no es.

La chica de la sonrisa eterna me mira, sonríe y asiente.


Ahora, sí.

Voy a comerme el mundo a pedazos,
saborear cada instante como si fuese la primera vez.

Sentarme a escuchar el silencio,
y aprender de lo que pasa ante mis ojos
disfrutar de mi verdad más autentica
y exprimir al máximo cada segundo sucedido.

Voy a sonreír, voy a sentir.
A impulsarme con mis propios latidos,
y a dejarme llevar a la deriva,
a donde me lleven mis propios pasos
a disfrutar del sentido de una vida, que gira, gira y gira.

Pero siempre hacia arriba, a lo alto de la cima.

Carteles de motivación


3 comentarios:

  1. ME ENCANTO, la opcion de escucharte, sin dudarlo me gusto mas que leerte, despues volvi a escucharte y lei pero claramente me senti mas cerca y creo que todas pasamos por estas etapas, que a veces suelen volver, esperemos que tarde en regresar. buen fin de semana....

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