El guión de su vida: parte I

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¿Estás triste? Le preguntó.


La pregunta resonó entre las cuatro paredes en un tono duro y desgarrador como el mismo significado. No estaba triste, ni vacía, ni hueca. Tan sólo era una silueta silenciosa en medio de la multitud. Sorda, sin sonido, sin un grito valiente capaz de torcer miradas y atraer la atención hacia si. No la quería, no la suplicaba, deseaba ser observadora desde rincones exquisitos donde se contempla lo que se ve a simple vista y lo que cuesta más de percibir. 



Las cosas que se ocultan bajo manto de caras sonrientes, ceño fruncido y palabras amargas. Bajo silenciosas miradas atónitas que se pasean inadvertidas, tras el velo raro de una mentira o una media verdad. 

Palabras que vienen y van, que significan y dejan de hacerlo en cuestión de segundos. 


Se sentía viva, aniquilada de ardor tras el silencio que la envolvía y la alejaba de una realidad demasiado complicada y fuera de su alcance. Tenía su mundo, ese pequeño desconocido y diferente mundo, donde se sentía valiosa y verdadera.


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