Reinas, calabazas y armaduras oxidadas

No hay comentarios:
Todo llega en el momento apropiado, es como si el mundo entero conspirara para que sucediera realmente así, puedes ignorarlo, aceptarlo o darte de bruces contra el suelo. Cualquier opción es válida, pero no por ello correcta.

Viernes noche, sentada delante de un televisor casi en mute, hallando la forma de silenciar todas esas palabras que revotaban una y otra vez por el subconsciente, no dejando escuchar a la razón, esa que actúa según la lógica, de forma correcta y concisa, tranquilizando cualquier atisbo de nerviosismo. Buscando cualquier tipo de distracción que consiga atenuar el sonido de esas voces que se pasean descontroladas por una cabeza cansada de tanta tontería.
Una pequeña pirámide de libros sutilmente colocada en la mesa de centro, me llama la atención. El primer libro sobre pájaros y algo más, no logra cautivarme por completo, lo levanto y me encuentro con un libro de color rojo, un color que si consigue despertar mi curiosidad, una manzana en la portada, y creo recordar que se llamaba algo así como "La manzana de Eva", la verdad no recuerdo muy bien el título. Lo hojeé por encima, sin perder de vista el punto de libro, y me paré en una pequeño fragmento, dónde usaba una metáfora de reinas, calabazas y armaduras oxidadas, no sabía muy bien a que se refería aquello, si era un poema, si era una historia, si era en referencia a otro libro, sólo se que me gustó. Y pensé, tengo que leer este libro.
Un día más tarde, ansiosa por entretenerme con algo de lectura, me acordé de "La manzana de Eva", me puse en busca de ese libro, pero no lo encontré, ni rastro de tal manual. Me acordé de algo así como que en toda mujer hay una reina, y ahí fui a parar a esa metáfora que leí sin querer, y me llevo al libro de aquel fragmento que había leído el día anterior.
El título me cautivó por completo.

La Reina que dio Calabazas al Caballero de la Armadura Oxidada.

Bien, lo empecé anteayer. Leí el prólogo escrito por otro autor, y eso acabó por convencerme que me hallaba ante algo que cambiaría mi forma de pensar, algo nuevo, algo que conmueve justo como a mi me gusta.
Hoy a duras penas he podido salir del hospital, trabajo me ha costado despegar mis ojos del ebook, es más, no sé como he conseguido llegar hasta el coche sin chocarme contra un árbol, o tropezarme con la acera. Mariposas en el estómago. Una sonrisa encaramada en los labios, como cuando piensas en alguien especial. Soy una enamoradiza de las cosas insignificantes que para mí lo significan todo. Me dejo llevar por la emociones, y sin querer me descubro sintiendo más mucho más. Pero es que a mí, cuando algo me gusta, me gusta y punto. Ni peros, ni excusas.

No sé cuanto durará este estado de éxtasis, y la verdad poco me importa, cuando al fin termino un libro que me gusta tanto, entro en un trance de tristeza/felicidad. Por una parte quiero más, y por otra me siento tremendamente especial por crear estos vínculos tan fuertes.

Empiezo a ver la parte positiva de todas estas cosas, las mismas por las que antes me sentía avergonzada, o incluso atemorizada por el que pensarán, o que sensación causará, una paradoja; el miedo a causar miedo.
¿Pero sabéis que? Qué ya esta bien de tanta tontería, de tanto callarse las ideas, de tanto agachar la cabeza y sentirse culpable. Que yo soy como soy y a quien no le guste, viento fresco.

Una lástima ver cuando alguien se niega algo que en el fondo quiere. Una verdadera lástima.


«Aunque tengas miedo, inténtalo, sigue adelante.» 

No hay comentarios:

Publicar un comentario