Esas cosas que cuestan tanto

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Dios... como cuesta enfrentarse a algunas cosas. Suelo mirar hacia otro lado esperando que todas esas cosas por hacer se solucionen solas, esperando que el día que decida mirar hacia atrás todos esos fantasmas del pasado ya no estén. Algunas veces funciona, pero hay cosas que no. Ese tipo de cosas que hay que hacer, que o las haces tú o nadie más lo hará por ti, lo vas posponiendo, aquí no hay excusas que valgan, aunque sea de ese tipo de cosas que hacen daño, que remueven esos sentimientos que tan poco quieres tocar. 
Que te ponen triste. 
Afrontar todas esas cosas que vienen y que no puedes evitar. 
El tiempo se agota y el peso de la conciencia me debilita.
Tener el valor suficiente para encararse a todo eso que no quieres ni recordar, ni revivir. 
No hay opción, esta vez no lo hay, no se puede salir huyendo como tantas otras veces, no se puede torcer la cabeza hacia otro lado, tarde o temprano llega ese día en el que hay que mirar de frente y vencer todos esos miedos.

Y lamentablemente, hoy tampoco puedo...

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