Un pedazo tan borroso, que ni se ve.

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No sé nada de ti, y tu de mi tampoco. A veces te busco en caras ajenas, esperando reconocerte en alguna de ellas. Otras veces imagino todo eso que no piensas y que eres incapaz de decir. 


Tú estás lejos de mi, físicamente, pero yo aun estoy mas lejos en todos los sentidos habidos y por haber. 
Tu orgullo te ciega y mis principios me nublan.
Vas por la vida tambaleándote de lado a lado dándote con los muros que hay y que no hay. Culpas a todo el mundo de tus desgracias y exiges algo que tu nunca has sido. Eres terco y eso te ha llevado a donde estás. Tu solito te ganas a tus propios enemigos.

No sé nada de ti, ni donde estás, ni como estás... y en ocasiones me miento a mi misma diciendo que no me importa lo mas mínimo. Tu decidiste largarte y no echar la vista atrás. Eso me debería bastar para no malgastar un segundo de mi vida preguntándome como te encuentras. Si es que sigues vivo. 


No sé nada de ti, y tu de mí aun menos. Intento que ese segundo termino se quede en un nada absoluto, de esos que resuenan en cualquier habitación hueca. 


Yo he cambiado, soy una persona mejor. He conseguido muchas cosas y no precisamente gracias a ti. Tu te largaste y me dejaste en una situación mas que lamentable. Huiste y no tuviste el valor suficiente para avisarme de todo lo que me esperaba. Me lo fui encontrando. Todo lo que había conseguido en un año, lo destruiste en una semana. No recibí ninguna disculpa, ni una sola explicación. Tan sólo un numero de teléfono que no para de repetir; el numero al que llama no existe. 




No voy a negar que me rompiste el alma, me destrozaste y a día de hoy sigo recogiendo algún pedazo. Pero soy fuerte, sigo adelante y tu no vas a ser quien me tumbe para siempre. 

Fuiste mi todo. Ahora solo formas parte de alguna foto y varios recuerdos. Nada más. 



Ainara.

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