Mejor tarde que nunca.

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Dicen que el tiempo lo cura todo, que con el tiempo las cosas se olvidan, que el transcurso de los años nos hace personas mas fuertes. Que los errores nos hacen mas sabios. Dicen que lo bueno siempre se hace esperar, y que la paciencia es una virtud. Y mientras todo el mundo dice que dicen pero no hacen, ni el tiempo pasa, ni las cosas se olvidan, no nos hacemos mas fuertes, nos volvemos tercos, y la espera no tiene cabida en la impaciencia. 

Los recuerdos son pequeños fotogramas incrustados en nuestra retina almacenados en ese cajón de sastre que tan poco se suele usar. Los recuerdos se esfuman o se inyectan bajo nuestra piel, tan profundo que no hay reloj capaz de hacerlos desaparecer. Hay recuerdos entrañables, recuerdos tristes, recuerdos que preferimos no volver a revivir. Y recuerdos que por mucho que queramos recordar, ya no tienen el mismo sentido, tras años recorridos en la oscuridad.

A veces no son los recuerdos, sino las personas que traen con sigo esos momentos vividos. Y es en ese momento cuando se convierte en absurdo tratar de borrar a alguien, que sigue vivo, que sigue ahí en cualquier parte del mundo, viviendo una vida muy diferente a la vivida entonces.

Quizás sea cosa del otoño, ese húmedo y oscuro temporal que trae bajo el brazo tantos sentimientos retenidos. Cuando pasear bajo la lluvia con una capucha me hacia sentir viva de verdad. Cuando el frío se colaba entre mis huesos y me hacia temblar. El olor del atardecer en aquel banco del parque, el calor humano de la compañía que tanto me hacia soñar. Nuestros miércoles. Porque tras haber pasado ya 9 años desde entonces, no me he vuelto a recuperar. Tantos momentos, tantas horas, tantos sentimientos. Demasiado significado, y es, cuando llega esta época del año, me acuerdo de lo feliz que me hacia sentir, y busco en cada esquina esa felicidad, esa que por mucho que busque sé que ya no está. 

Y es por eso, que cuanto mas te detesto, mas reapareces en mi vida, y cuanto mas trato de olvidarte, mas cosas me recuerdan a ti. Y cuando por fin creo haberlo superado, llega el 29 de Octubre. Odio que a pesar de todo ese tiempo, que tanto hace olvidar, yo no consiga hacerlo. Y que a pesar de como me has tratado, yo siga aquí con tan sólo unos recuerdos, que aunque signifiquen mucho, no sirven para nada. 

Y no, esta vez no, esta vez no voy a decir, borrón y cuenta nueva. Esta vez no voy a echar la vista hacia otro lado. Esta vez voy a aceptarlo. 

Te has ido, y jamás vas a volver.

Ainara.

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